domingo, 17 de marzo de 2013

"Ser sorda ha hecho de mi una persona más fuerte"


Audismo es un nuevo término que aparece en nuestro vocabulario, que consiste en la discriminación a las personas sordas. Y los audistas son aquellos que creen que una persona sorda es inferior a una oyente. Pero están muy equivocadas, porque la sordera no es ningún impedimento para poder hacer lo que estas personas realmente desean. Y si no… miradme a mí, escribiendo en una crónica de un periódico digital.
¡Quién diría que, gracias a todos los que entonces se metían conmigo en el instituto por el simple hecho de ser sorda, me he hecho más fuerte! Y, aunque cuento con el privilegio de que tengo hipoacusia, -Por el oído izquierdo no oigo nada y para el oído derecho uso un audífono-, la sociedad no está siendo preparada para relacionarse con los sordos y estos son considerados casi como extraterrestres. Cuando, en realidad, se trata de personas normales que tienen sentimientos, igual que tú. La humanidad no sabe lo que son los valores del respeto, la justicia y la solidaridad; desgraciadamente, parece que solo se acuerdan en Navidad.
Ser sorda y vivir todo lo que me ha tocado vivir, ha servido para darme cuenta de muchas cosas y para ser la persona que soy ahora mismo. Si no hubiera vivido lo que he vivido, no sería la misma, y no estaría aquí, escuchando las teclas del ordenador al escribir esta crónica. Y, aunque no ha sido fácil, me siento orgullosa, porque a pesar de todo, he luchado por mis sueños y he querido defender con audífonos y orejas a este colectivo que siempre ha sido rechazado. Siempre he querido servir de canal a este grupo que tiene dificultades para comunicarse con la sociedad, por su condición biológica, pero también, por las barreras que se encuentran en la vida diaria, en las calles de nuestro país.
No es justo que los sordos no puedan enterarse de nada al ver, por ejemplo, la televisión. Te propongo algo: la próxima vez que vayas a encender esa caja brillante, no pongas el audio, o coge unos tapones y métetelos en los oídos. Así te pondrás en las orejas de esa persona y sentirás la impotencia de no poder hacer nada por oír esa noticia o película tan interesante. Es la impotencia que yo siento cuando un programa de televisión no dispone de subtítulos; cuando en una estación de bus o de tren no hay una pantalla que ponga los avisos de retraso o anulación de un viaje, tal y como se hace por megafonía; cuando no puedes entender las explicaciones de un profesor por no oírle o te pierdes las bromas que hacen tus compañeros de clase. Estos son solo algunos ejemplos de las situaciones que vivimos las personas con deficiencia auditiva.
La sociedad no es consciente de estas dificultades. No pretendo con estas líneas dar lástima o lamentarme de que los sordos no puedan oír, sino derribar las barreras que les impiden integrarse en la sociedad. Solo así, podrán sentirse parte de ella.
Yo, que lo vivo en primera persona, no me puedo quedar de brazos cruzados. No podemos seguir permitiendo que este grupo de personas siga en desventaja con respecto al resto, porque un oído no impide que nuestra mente, piernas o manos puedan hacer grandes cosas.
Raquel Suárez Lobato
Publicado en el Diario digital de León, 16 marzo 2013
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ANEXO

Mi madre me puso en contacto con una chica que trabajaba en un periódico digital, que la había conocido en su trabajo. Y hablando con ella, perseguí uno de mis sueños.

En el mismo momento en que me propusieron colaborar en un periódico digital, en esa misma tarde, me puse manos a la obra. Y es que fue un momento de máxima concentración, en el que venía la inspiración por si sola, organizando mis ideas en la mente y guiando las manos al teclear el artículo.

Había tantas cosas que quería plasmar, tantas cosas que contar, que tengo la esperanza de poder tener más oportunidades, para poder transmitir todo este interior que necesita salir. Aún así, me quería esforzar, porque iba a ser mi primer artículo publicado en un periódico digital, y quería entrar, pero entrar con buen pie.

Quería darle un aire fresco, nuevo, diferente, original.. por eso, llené el artículo de metáforas, y la estructura del artículo la había adquirido con naturalidad de tanto hacer comentarios de texto en el instituto y la universidad, sin darme cuenta veía una elipsis por ahí, una anáfora por allá, una metáfora por allí.. de manera inconsciente. Me sentía toda una periodista.

Ese día me fui a dormir emocionada, impaciente por cumplir uno de mis sueños, asique, sin perder más tiempo... al día siguiente comencé a enviar el artículo a los más cercanos, amigos, familiares.. para que me diesen su opinión, también quería saber si ellos captaban las metáforas que empleaba desde una perspectiva diferente a la mia, y cualquier observación me serviría de ayuda para mejorar el artículo, e incluso pedí ayuda a una experta en la materia (Logopedia), a una exprofesora de lengua.. a un montón de gente a la cual confiaba plenamente.

Recibí buenos comentarios, también observaciones, posibles mejoras, quizás algún comentario negativo, había de todo. Hice pequeñas modificaciones, pero la esencia del texto era la misma, y estaba orgullosa de lo que había escrito, porque quería reivindicar lo que yo sentía, y quería hacerlo de manera moderada, sin que la gente que lea el artículo se pueda sentir ofendida. 

Mi intención es dar a conocer la situación que yo vivo, y la de mi colectivo: los sordos. Y no es cuestión de dar lástima, sino de romper las barreras de la incomunicación entre los sordos y la sociedad. Y para conseguirlo, desde luego, es necesario un cambio de mentalidad.

Se publicó el artículo en el periódico digital, pero he querido dejarlo aquí en mi blog, ya que es un artículo personal e importante en mi vida. ¡Disfrútalo!



ACTUALIZACIÓN: (30 de Mayo de 2016)
El artículo se ha vuelto a publicar en el Diario Digital de León tras la renovación de su página web, ¡Aquí está!

http://diariodigitaldeleon.com/sociedad-leon/nospreocupa-noticias-leon/ser-sorda-ha-hecho-de-mi-una-persona-mas-fuerte-19757



domingo, 10 de marzo de 2013

Reflexiones de domingo en un autobús

Esta mañana, un domingo 10 de marzo; me levanté y me preparé para marchar. Cuando me subí al autobús urbano, me senté al lado de la ventana; me encanta hacerlo, porque me incita a reflexionar, a pensar, es un momento, el cual dispongo para darme tiempo a mi misma, a reorganizar mis ideas, mis pensamientos.

Ver a la gente pasar, los coches circular.. toda la ciudad en movimiento, sin que sepan que hay una persona que les está viendo.

Me paré a pensar que, en el mismo autobús, podría haber gente de todo tipo, puede haber un abogado, un médico, una profesora, gente sin estudios, niños, peluqueros o barrenderos, pero que con la ropa que llevan, no se puede saber realmente a que se dedican, y es que.. sin darnos cuenta, estamos rodeados de muchísima gente, que esconde cosas, datos, informaciones, y que si supiéramos absolutamente todo lo que hacen, a que se dedican, en que piensan.. nos volveríamos locos, no podríamos estar tranquilos, tendríamos miedo.. ¿no lo has pensado? a veces la ausencia de conocimiento hace que nos refugiemos en que como no conocemos, no podemos hacer nada. Ya que si supiéramos todo, veríamos a las personas de manera distinta, con prejuicios, en función de su historia, de su pasado, de su trabajo, de todo. y sería una auténtica tortura.

Por lo tanto, el que no podamos leer la mente de las personas como los vampiros de "Crepúsculo", en el fondo me alivia, porque puedo vivir tranquila, viviendo en el desconocimiento. Sin pensar en que esa persona que me está mirando, se dedica a "x" y es un delincuente, por poner un ejemplo. O cuando alguien tiene una enfermedad, y la desconoce, no lo sabe, y vive la vida sin saber de dicha enfermedad, por lo tanto no se preocupa de ella, ya que no sabe que la padece. En muchas ocasiones, la falta de conocimiento nos evita sufrimientos.

Esto no quiere decir que no debamos conocer, estudiar, aprender, sino todo lo contrario. Lo dice una universitaria, y soy consciente de que hoy en día tenemos que labrarnos un futuro y dejar de ser ignorantes, aprender a marcar nuestro propio camino. Hay que estudiar, por supuesto. Sólo que en ocasiones, no saber nada de algo, es lo mejor; por nuestra propia tranquilidad.

Pensando en que no se puede leer la mente de las personas que pasan a nuestro alrededor, ni las que están en el mismo autobús, me vino un pensamiento a mi mente, algo que me marcó:

En una de sus múltiples paradas que realiza el bus, subió un abuelo con una chica ayudándole y guiándole hasta su asiento. Me dí cuenta, de que a ese señor, le había visto muchas más veces subir a ese bus, pero agarrado de su mujer, una anciana que se la veía delicada de salud, que a su vez, era guiada por un hombre joven, podría ser su hijo, posiblemente. Y en ese momento.. me pregunté donde estaría esa ancianita, y caí en la cuenta de la fugacidad de la vida. En unos meses, dejé de ver a esa anciana nunca más en ese autobús.
La joven que acompañaba a este abuelo, tenía toda la pinta de ser una cuidadora y veía como ella, le ayudaba, le escuchaba, le daba conversación, le daba un pañuelo para sonarse los mocos, o le decía que mañana se tenía que cambiar de camisa, que la tenía sucia y le decía que se tenía que quitar la camisa a la hora de la comida, para que no se ensuciase. Todo lo que esta mujer hacía, además de ayudarle por su vejez, intentaba que no percibiera la pérdida de su mujer, y viera, que se podía seguir adelante.

Seguir adelante.. me dí cuenta de que el tiempo pasa muy deprisa, en todos los aspectos, que hace nada tenía 15 años, y han pasado 3 años, y me dio miedo, sé que no me puedo comparar con esos ancianos, pero el tiempo no se puede parar, y cuando pase el tiempo, sería una anciana con arrugas y me gustaría, que para ese momento, me pueda sentir orgullosa de mi misma, de que he hecho lo que quería hacer, que aproveché al máximo el tiempo, y que mi vida ha merecido la pena. Porque aunque tu vida termine, la ajetreada ciudad sigue su transcurso. El autobús sigue su itinerario, el de cada domingo.